Los líderes políticos contemporáneos pueden incluirse en una de las tres categorías señaladas por José Miguel Contreras en su libro Vida política y televisión.
El héroe. Es una persona infalible. Se le atribuye virtudes casi divinas y, consecuentemente, tiene poderes ilimitados. Se mitifica su figura y se crea todo un culto a su persona. Un poderoso aparato de propaganda reconstruye su vida y silencia los aspectos más vulgares y humanos, como en una mala novela del Oeste.
Sus propios regímenes totalitarios y tercermundistas. Ejemplos de este líder artificial y cuasi místico fueron, a distintos niveles, Mussolini, Hitler, Mao-Tse-Tung y Stalin. Fidel castro y algunos dirigentes de Asia y África, como el libio Gadafi son los últimos exponentes de esta especie.
El hombre de la calle. Son estudiosos, profesionales y serios. Pero, su principal virtud radica en ser como los demás, un hombre corriente con el que el ciudadano se puede identificar, Surgen casi siempre en sociedades desarrolladas. Algunos ejemplos de estos políticos aparentemente grises son Richard Nixo, George Bush y Georges Pompidou.
El joven presidente. EL líder que vemos en las películas de Hollywood. Ofrece, más que ideas, seducción. Son candidatos generalmente inexpertos que garantizan aire fresco, cambio, una moderada rebeldía, cierta ingenuidad y, sobre todo, transmiten confianza. Los líderes de la televisión. John F. Kennedy en 1961, Felipe González en 1982 y Bill Clinton, interpretaron ese papel a la perfección.
Preguntas y respuestas
Ciencias sociales
Ciencias naturales